Levanto al cielo la frente, agradecido
por esa luz de los ojos, permanente;
¿Cómo dejar de ser reconocido
por ese brillo, al Dios santo y clemente?
Por admirar las árboles y las flores,
la sonrisa sincera de la infancia,
la naturaleza alegre con sus colores,
el mar revuelto, el barco que balancea.
Agradecido soy por la audición:
oigo el cantar de final melodias;
y escucho el trinarm suave de la canción
que me transporta al cielo de las alegrías.
También por mi voz,
quiero expresar
la más profunda y tierna gratitud,
ouedo cantar, hablar y revelar
el más vibrante ardor del corazón.
Por estas piernas fuertes que transportan
todo mi cuerpo a lo largo del camino;
por estos brazos y manos que me confortan.
Yo te agradezco oh Padre, tanto cariño
Torres Dourado
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